Hembra de calzadas encumbradas,
no hay suelo de albero que te tutele,
ya no se comunican los vasos de sanguina,
no se ilustran, no se lustran.
Eres un screen que polariza fotogramas,
y solo un cíclope puede atisbar las proyecciones,
se oscurecen los pasajes
y se tuerce tu cintura en ciento ochenta grados,
el ángulo llano de tus ínfulas.
Mujer azarosamente de mar, de manos cuarteadas,
el salitre no ha llegado al hueso
pero el tuétano supura en intervalos.
El tálamo transmutado en una capilla ardiente,
catafalco carcomido que se maquilla con ceras
y sigue sangrando, apolillando tus momentos.
Has conseguido ser el talle de tu propio paso
búscale un nombre que se ciña en cofradía,
la lentitud de la procesión es punzante,
un estado en turbación y bullanguero de desidias.
¡Que te forjen culto navegantes!
¡Que te suelten al azar de las mareas!
Zarpa tras la candidez azur del mundo
y azórate con los silicios, no eres un altar confuso.
no hay suelo de albero que te tutele,
ya no se comunican los vasos de sanguina,
no se ilustran, no se lustran.
Eres un screen que polariza fotogramas,
y solo un cíclope puede atisbar las proyecciones,
se oscurecen los pasajes
y se tuerce tu cintura en ciento ochenta grados,
el ángulo llano de tus ínfulas.
Mujer azarosamente de mar, de manos cuarteadas,
el salitre no ha llegado al hueso
pero el tuétano supura en intervalos.
El tálamo transmutado en una capilla ardiente,
catafalco carcomido que se maquilla con ceras
y sigue sangrando, apolillando tus momentos.
Has conseguido ser el talle de tu propio paso
búscale un nombre que se ciña en cofradía,
la lentitud de la procesión es punzante,
un estado en turbación y bullanguero de desidias.
¡Que te forjen culto navegantes!
¡Que te suelten al azar de las mareas!
Zarpa tras la candidez azur del mundo
y azórate con los silicios, no eres un altar confuso.
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